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La libélula y el zorro

Había una vez una libélula que volaba sobre un estanque.


Volaba allí cada día y tranquilamente.


Las ranas se bañaban y los sapos se escondían hasta la noche.


Las luciérnagas dormían.


Un zorro jugaba a la pelota con sus amigos por la orilla.


Todo estaba en armonía, hasta que al zorro se le escapó la pelota y cayó dentro del estanque.


Todos los animales del estanque se quedaron mirando perplejos esa pelota flotando en medio del agua.


El zorro se acercó al agua y vio a la libélula que volaba cerca de allí.—¿Podrías pasarme la pelota, por favor? —preguntó el zorro.—¡Oh, claro que sí! —exclamó la libélula.


El anisóptero* fue hacia la pelota y la agarró, pero pesaba tanto que casi no la podía mover.


Poco a poco, los animales, que se dieron cuenta de lo que pasaba, fueron hacia allí para ayudarla.


Las ranas primero, desde el agua, y un par de carpas naranjas desde abajo.


Lentamente pero sin prisa, lograron llevar la pelota hasta la orilla.


—¡Muchas gracias a todos! —exclamó el zorro.—¡De nada, a su disposición! —exclamaron los animales del estanque.


Los sapos siguieron escondidos y las luciérnagas durmiendo.


*El nombre de la familia de las libélulas.

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